El finde pasado estuve en la brocante de St-Boniface, típico mercadillo de pulgas belga donde puedes econtrar de todo, hasta SOL a finales de septiembre!
La place de St-Boniface está en el corazón de Matongé, el barrio africano por excelencia. Pero es también uno de los barrios más mezclados. Asi a cada calle tienes portugueses, franceses, españoles, italianos, marroquíes...Es la parte alta de mi barrio, yo vivo en la parte baja, casi debajo de un puente, en la zona más árabe y portuguesa.
Me gustan los mercadillos cuando obligan a cortar la calle y hacerla peatonal durante un día. Y aunque sea una actividad comercial la que motiva el corte, nada tiene que ver con plantar unos chirimbolos navideños en medio de una plaza. O una pista de hielo...Lo digo por comparar con la plaza de la Luna en Madrid de la que ya he hablado varias veces con los desayunos.
El ambiente que se respira es festivo, de domingo y tranquilo a la vez. Los vendedores están acomodados en sillas que venden también, tomando tranquilamente un té y charlando. Sin gritar 1 euro, 1 euro! como en los mercados bulliciosos. Lo que venden también tiene pocas pretensiones. Cosas usadas, a veces rotas, o viejas pero siempre interesantes.
Es una buena manera de comprar, siendo mercancía de segunda (o tercera) mano sabes que entras en un ciclo de reutilización, alejándote de la tendencia actual de comprar de usar y tirar. ¡Cuántas cosas se venden hoy en día para que duren sólo algunos meses!, como mucho una temporada, para dar la excusa de volver a comprar, ya que "es taan barato". Esta tendencia hace especialmente furor en España. Tenemos tanta prisa por salir de pobres, fama que teníamos en Europa hasta hace más bien poco, que todo lo que suene a viejo, a recuerdos, a guardar, reutilizar, nos parece fuera del progreso. Se oye "para qué guardas eso si te puedes comprar algo nuevo por 10 euros?".
En fin, ya llegará la idea de la reutilización, pero para entonces se habrá vestido de moda y perderá su sentido ético.
La place de St-Boniface está en el corazón de Matongé, el barrio africano por excelencia. Pero es también uno de los barrios más mezclados. Asi a cada calle tienes portugueses, franceses, españoles, italianos, marroquíes...Es la parte alta de mi barrio, yo vivo en la parte baja, casi debajo de un puente, en la zona más árabe y portuguesa.
Me gustan los mercadillos cuando obligan a cortar la calle y hacerla peatonal durante un día. Y aunque sea una actividad comercial la que motiva el corte, nada tiene que ver con plantar unos chirimbolos navideños en medio de una plaza. O una pista de hielo...Lo digo por comparar con la plaza de la Luna en Madrid de la que ya he hablado varias veces con los desayunos.
El ambiente que se respira es festivo, de domingo y tranquilo a la vez. Los vendedores están acomodados en sillas que venden también, tomando tranquilamente un té y charlando. Sin gritar 1 euro, 1 euro! como en los mercados bulliciosos. Lo que venden también tiene pocas pretensiones. Cosas usadas, a veces rotas, o viejas pero siempre interesantes.
Es una buena manera de comprar, siendo mercancía de segunda (o tercera) mano sabes que entras en un ciclo de reutilización, alejándote de la tendencia actual de comprar de usar y tirar. ¡Cuántas cosas se venden hoy en día para que duren sólo algunos meses!, como mucho una temporada, para dar la excusa de volver a comprar, ya que "es taan barato". Esta tendencia hace especialmente furor en España. Tenemos tanta prisa por salir de pobres, fama que teníamos en Europa hasta hace más bien poco, que todo lo que suene a viejo, a recuerdos, a guardar, reutilizar, nos parece fuera del progreso. Se oye "para qué guardas eso si te puedes comprar algo nuevo por 10 euros?".
En fin, ya llegará la idea de la reutilización, pero para entonces se habrá vestido de moda y perderá su sentido ético.
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