martes, 3 de enero de 2012

Especies (y) espacios, Madrid

(emulando -en el título- a Georges Perec).

Paseando por Madrid, he encontrado cosas insólitas que pueblan el espacio publico.

Para empezar, la gente. No me he podido reir más con el blog que he descubierto hace poco sobre la fauna mongola de Madrid al comprobar que no sólo mis recuerdos de esta gente eran muy parecidos a lo que describe el autor, sino que además, estos especímenes se multiplican y explotan sus señas de identidad en época navideña.

imagen del blog de Fauna mongola de Madrid

Que qué tiene que ver con el uso del espacio público? Mucho. Intentad moveros por las calles de la capital sorteando gente con renos en la cabeza, pelucas de travelo (ya me diréis que tiene que ver con la navidad) y niños emitiendo sonidos indescriptiblemente agudos ante la mirada impasible de sus padres y explicadme qué uso se puede hacer de la calle que no sea el de buscar rápidamente una escapatoria. Otras prácticas como las que he contado en artículos anteriores, ya sean desayunar en la calle, leer tranquilamente, o patinar, no me parecen compatibles con la fauna que puebla el centro en estas fechas. O formas parte del bulto y compras o mueres.

Y hablando de comprar. Me he acordado del concurso de urbanacción al que participé hace un par de años sobre ideas par ocupar solares vacíos del centro de ciudades, de manera temporal, para usos complementarios con los existentes en la zona. Entre las propuestas, había zonas de juego para niños o adultos, cine al aire libre, pistas deportivas, exposiciones de arte, zonas de descanso...pero ninguna (y hubo más de 300 propuestas) como la que he visto yo en un conocido solar de la calle Fuencarral el otro día. Una galería comercial-mercadillo (rancio).

No podía ser de otra manera que comercial. Para qué gastar en la conversión temporal de solares si no se saca nada a cambio? Como si el bienestar de los ciudadanos no fuera suficiente recompensa para tan pequeña inversión. No se podrían hacer zonas de descanso para los agotados consumidores? Nadie piensa en las abuelas que compran regalos a sus nietos? Éstas sólo tienen derecho a descansar un ratito en un bar (consumiendo)? Incluso yo, que sólo iba a una papelería y la librería Panta Rhei (que os recomiendo) tuve que pararme a descansar en el que debe de ser el único árbol de Madrid al que se han dignado ponerle un borde de alcorque suficientemente alto para poder sentarse sin comerse uno sus rodillas (es el caso del solitario árbol de la plaza de Callao que tiene un borde a 15cm del suelo).

Para terminar, os dejo un enlace a un artículo de el Pais que ha tenido eco en otros periódicos, que describe cómo los espacios públicos del centro de Madrid fueron remodelados para incluir la función comercial y poder recaudar (más bien poco), no para el bienestar de sus usuarios. Lo mejor no es que ahora salga a la luz, aunque llevemos años diciéndolo, sino que ya no tiene solución. Habrá que salir a desayunar, otra vez, a modo de “protesta pacífica”.