El pequeño viaje como espacioapropiado a Amsterdam del que acabo de volver, me ha permitido hacer un recordatorio de lo que había visto en 2002. El viaje que realicé ese año fue por Rotterdam, Hilversum, Utrecht y Amsterdam, haciendo así un recorrido por la arquitectura moderna que ya empezaba a conocer por aquel entonces, en tercero de carrera. La cantidad de edificios de viviendas que vimos en ese viaje fue impresionante, pero lo que me dejó marcada fue, cómo no, los espacios públicos entre viviendas. De ahi empezó mi estudio sobre los arquitectos de la escuela holandesa, muy centrados en la calidad del espacio intersticial de sus densas ciudades, y mi amor por Aldo Van Eyck. Siempre admiré su capacidad para decir tanto con tan pocas cosas...y sin gritar.
Pero el viaje que he realizado estos tres días, ha sido más corto: disfrutando de esos espacios públicos más que centrarme en sacar fotos de todas las fachadas modernas que veía.
En las islas-península de Borneo y Java (de Amsterdam), he podido comprobar una vez más, que los niños del norte de Europa, por mucho frío, viento o lluvia que haga, pueden jugar en la calle o plaza de debajo de casa tranquilamente. Esto es posible gracias a la alta densidad de casas y comercios de la zona, que propicia el que haya siempre gente en la calle para evitar vandalismos.
No hay carteles prohibiendo jugar a la pelota, ni patinar, cosas que normalmente se prohiben en muchos parques. Los bancos están ahí para sentarse y hablar, no como vi en Granada varias veces, que se quita el mobiliario urbano en una plaza de barrio, para impedir que los jóvenes se sienten a hablar y/o fumar. ¡Eso es parte de la vida! es como el anuncio de detergente "las manchas ayudan a crecer", pues en la ciudad igual: niños y jóvenes en la calle ayudan en el proceso de regeneración de un barrio.
En Holanda hay un cierto orgullo generalizado por su arquitectura, cosa que no pasa en la vecina Bélgica: la arquitectura moderna de calidad brilla por su ausencia...al menos de momento. Sólo micro-actuaciones urbanas, como las que ya he contado de Recyclart, o Schaerbeek merecen la pena.
Creo que el involucrar a gente en el proceso de creación del espacio público en el que van a vivir, cambiaría la percepción que se tiene de la arquitectura. Esto es lo que se está intentando desde la administración pública en Londres, con el proyecto de My city too que conté (ver open house 1).
Espero poder hacer otro viaje, más en profundidad, por los espacios públicos holandeses e informarme sobre la participación urbana holandesa.
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